La atención a los consumidores y a sus hábitos de compra debe mantenerse continuamente porque, con el paso del tiempo, los comportamientos de éstos varían en función de las tendencias o del estado de la economía. Prestar atención a los cambios y ser capaz de adaptarse forman parte de una actitud fundamental que hay que adoptar para no quedarse atrás en ningún momento, ya sea de crecimiento o de otro tipo.
Los efectos persistentes de la inflación, el aumento de los precios medios del comercio minorista y la gran importancia de la experiencia de compra en las tiendas están teniendo un impacto significativo en los hábitos de compra.
Aunque el ritmo de crecimiento de la inflación en el sector de la alimentación se ha ralentizado ligeramente en los últimos meses, se prevé que las consecuencias del aumento de los precios sigan afectando al sector grocery hasta finales de 2023.
El mes de julio se redujo un 1,2% la variedad de productos en los carros de la compra. Esta actitud de los consumidores contribuyó a un aumento real de los precios del 10,1%.
Por lo que se refiere a los aumentos, las tiendas de descuento encabezan la lista, seguidas de las tiendas de conveniencia y, por último, los supermercados e hipermercados.
El análisis del consumidor es un proceso que debe realizarse continuamente, hay que prestar atención a los cambios para poder adaptarse y no quedarse atrás en el mercado.
Para 2023, el Banco Mundial estima un crecimiento global del PIB tanto en la zona euro como en el mercado estadounidense. Si las perspectivas son positivas, como suponen los expertos, los minoristas tendrán que aplicar políticas de ventas que incentiven a los consumidores a comprar. Como se ha podido comprobar, sobre todo en los tres últimos años, las posibilidades de gasto de los consumidores pueden cambiar, incluso repentinamente, como consecuencia de la evolución de las necesidades debida a la situación económica y sociopolítica mundial.